“Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.

Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”

[Mateo 18:19-20]

 

Nuestro texto es uno de los fundamentos para la oración corporativa o las reuniones de oración: nuestro mismo Señor Jesucristo lo estableció en más de una ocasión “ otra vez os digo”.

En el podemos encontrar algunos principios:

 

 

1. Hay una asamblea:

“Si dos de vosotros” y “donde están dos o tres”.

Se espera que todo cristiano valore las reuniones de oración y programe sus actividades durante el día y la semana para poder asistir a la reunión de oración.

La oración de la iglesia es una parte vital de la vida de la iglesia; es ‘el corazón latiente’ de la iglesia en ferviente comunicación con el objeto de su devoción: Dios.

El miembro del cuerpo que no se dispone a participar de ésta comunicación debe estar enfermo, como una mano que no responde cuando se quiere sujetar un objeto.

 

2. Hay unidad de propósito:

“Se pusieren de acuerdo”

En la oración corporativa nuestras necesidades personales se subyugan a las necesidades de todo el cuerpo unido. Por eso se llama oración corporativa.

Hay un mismo espíritu; una misma mente y un mismo corazón anhelante y doliente por tales necesidades en la iglesia. En la oración corporativa dejamos de ser individuos independientes para venir a ser parte, miembros, de un solo cuerpo que a una se dirige a su Señor.

 

3. Hay peticiones específicas:

“Cualquier cosa que pidieren”.

El obispo —sobrevedor— el que mira por encima del rebaño ha detectado ciertas necesidades en el cuerpo y las hace saber a la asamblea para su presentación ante el trono de la gracia.

Dadas las necesidades y el espíritu de la asamblea en unión, han de evitarse diversas tendencias, como señala el pastor Peter Masters:

“Cualquier tendencia a “predicar”, exhortar, quejarse o expresar iniciativas debe resultar en una amable orientación de parte del pastor o de un anciano después de la reunión.”

Nunca debemos perder de vista que nos estamos dirigiendo al objeto de nuestro amor y nuestra devoción, y no a nuestros hermanos; nuestras oraciones no deben caer tan bajo.

También se deben evitar las oraciones repetitivas, las muletillas y sobre todo aquellas en las que se repite el nombre de Dios en vano.

 

4. Hay una promesa:

“Cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre”.

El creyente verdadero, cuyo corazón ha sido regenerando, y cuyas aspiraciones ahora son espirituales, las cosas de arriba, sus anhelos son también los de Cristo, y es capaz de pedir lo que es agradable delante de Dios de tal manera que sus peticiones son gratamente contestadas.

Nuestro buen Dios está siempre atento a la oración de su pueblo, y más cuando éste pueblo viene ‘como un solo hombre’ a presentarse delante de su gloriosa presencia.

Él escucha animosamente a su pueblo que, a través de Cristo el Salvador, viene a traer sus anhelos espirituales dela de Él, y ‘es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos’.

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